“Qué salga, qué salga” era el grito colectivo más escuchado a las 20:30, del sábado en el estadio Alberto Spencer. La multitud que repletó el escenario deportivo en sus cinco localidades vibró con Chayanne, quien tenía 4 años sin pisar tierras ecuatorianas.
Una vez más el artista boricua conquistó con su carisma, energía y entrega sin reservas al público que lo ovacionó incesantemente.
El clima fresco y ausente de lluvia colaboró con una atmósfera donde primó el orden, la organización y un auditorio agradecido por el buen sonido que distinguió al show No hay imposibles, nombre del álbum y gira más reciente de Chayanne.
Frases como “¡I love you!”, “¡Eres mi amor!”, “¡Te quiero mucho!”, podían verse en globos en forma de corazón, pancartas, afiches y vallas de hasta dos metros de longitud, sostenida en algunos casos por brazos endebles.
Pequeñas botellas de agua eran lo que más cargaba la gente para aplacar la sed.
Una locución grabada por Christian Del Alcázar, representante de Top Shows, empresa organizadora del concierto, mencionó a los auspiciadores del evento, lo que levantó el ánimo ante la espera que no fue larga. Eran las 21:05 y un “comenzamos en breve” desinfló a quienes pensaban que empezaría el show.
Pasaron 10 minutos y finalmente el escenario quedó iluminado. Al fondo una pantalla dinámica que semejaba un monitor de signos vitales marcó la salida de los bailarines. Detrás de ellos, Elmer Figueroa, Chayanne, entró confiado, coqueto, sonriente y seguro de su dominio en la tarima.
Vestido de negro, y con una sincronizada coreografía que recordaron la época en que lo llamaban el ‘Michael Jackson latino’ abrió su repertorio con Provócame. A partir de ahí, el delirio fue constante, las personas situadas en top box se levantaron sobre sus asientos, el frenético ritmo siguió con Lola. “Gracias por esas muestras de cariño Guayaquil. Esta noche, ustedes pidan que yo obedezco”.
La transpiración del intérprete de Fantasías era notoria. Tres cambios de ropa no impidieron, a falta de un pañuelo, secarse el sudor con las manos. Te pido perdón, la primera melodía en ser coreada por las 18.000 personas que colmaron el medio estadio destinado para el recital (los autos parqueados llegaban hasta la iglesia Santa Gema, de la ciudadela Bolivariana). A esta le siguieron Si no estás, Caprichosa, Tu boca.
Los globos y pancartas eran alzados en medio de ritmos guajiros, movimientos candentes alternados con baladas románticas. Las comunicadoras Daniela Creamer y Teresa Arboleda suspiraron hipnotizadas por el puertorriqueño cuarentón que hizo un recorrido musical por su casi tres décadas de carrera en solitario. Féminas de 20, 30, y hasta de 50 años seducidas por el embrujo del cantante dejaron de lado a sus parejas para expresarse con total libertad. Algunos hombres ‘acolitadores’ las captaban con sus celulares, filmadoras o cámaras fotográficas.
Pilar Neira acudió con sus cuñadas y gritaba como una adolescente: “¡Papito, papito, te quiero!”. Más adelante Liuba Gagliardo hacía lo mismo y comentaba sobre el buen estado físico de su ídolo: “Es un hombre bello, muy bien conservado, es por la vida sana que lleva. Siempre está igualito”. Al igual que ella, todas las mujeres levantaron sus manos cuando Chayanne requirió a dos voluntarias para ejecutar mejor un paso de baile que no le salió bien, según él.
Tras presentar a sus músicos, coristas y técnicos, una vez más agradeció a Guayaquil por la acogida, mientras sostenía peluches, regalos y banderas de Ecuador. “Yo vengo a esta ciudad desde chiquito mi gente bonita”.
Continuó con Palo bonito, Baila baila, y Fiesta en América. En esta última bajó del escenario y saludó custodiado por sus guardaespaldas a las personas ubicadas en primera fila. Una de ellas lo abrazó y quedó en shock por el momento vivido.
Chayanne bajó su intensidad sin perder su sentido interpretativo y calidad vocal con Tu pirata soy yo, Atado a tu amor, Lo dejaría todo, Completamente enamorados, y Si nos quedara poco tiempo, dedicada a quienes no valoran el amor de los demás.
Sin mucho tiempo para la reflexión, el puertorriqueño transformó una vez más el Alberto Spencer en una discoteca con Salomé, el juego de luces y efectos visuales ayudaron para el cometido que luego de Tiempo de vals, concluyó definitivamente con Torero, solicitado desde el inicio por un numeroso grupo de sus admiradoras, que no dudaron en seguirlo hasta el hotel Hilton Colón, con la esperanza de verlo más de cerca.
Cada localidad resguardada por un cordón policial y de seguridad, desde tribuna hasta top box, no impidió que sillas numeradas sean invadidas por fanáticas entusiastas. Tal como le sucedió a la promotora artística Zuley El Wakel. “Estaba en primera fila y unas coladas pusieron sus cabezas delante mío y hubo instantes en que no pude apreciarlo. Aún así él me dedicó tres temas”.
Eso resultó intrascendente para Tania Poveda de Elizalde, otra de las seguidoras de Chayanne, desde los 80. “Espectacular. Me dedicaron todas las canciones. Se pasó este chico y sí, definitivamente no hay imposibles para nadie, solo dificultades y a veces gigantes que con Dios son fáciles de derrumbar”.
Santiago San Miguel P